Hace ya unos días que terminé este cómic editado por Diábolo en Septiembre del 2009. Es curiosa...la sensación que siento al recordarlo. Recuerdo sus viñetas como si estuviera yo mismo metido en la piscina. Esa piscina tan protagonista como cualquiera de los pocos personajes importantes de la pequeña historia de Vivès.
Esa historia que puede parecer un tanto simple, pero solo lo parece. Enseguida deja ver la universalidad de los sentimientos que despierta, esa ternura que su joven autor le insufla, con esa linea clara en el dibujo y con esa elección cromática, que no hace más que mantenerte mojado mientras avanzas con las mismas esperanzas de volver a ver a la nadadora el próximo miércoles.
Lo leeréis de una sentada, no os dejará respirar y os quedareis con ganas de más. Fue lo primero que leí de este francés de la quinta del 84, pero tras leer varias de sus obras, creo no precipitarme al decir que el joven Vivès es o va a ser uno de los grandes...y si no, pegarle un vistazo a Polina, otra de sus maravillas.
(Bastien Vivès, Paris-1984)
